Creyó que jamás olvidaría el rostro de Emily dormido contra el suelo de piedra, ojos abiertos y una mirada perdida que sólo Dios observó en el momento de su ida.
Recordaba a ratos situaciones absurdas con ella; como vistos a través de un visillo; nublados y confusos. No podía hacer memoria de la última vez que habían vivido algo alegre... era quizá porque el último infortunio había terminado por acabar con su vida para siempre.
Enfurecido y lleno de rabia se levantó y observó que todo en su habitación le recordaba a ella; desde los libros sobre su velador, un corazón recortado por ella en donde sus nombres estaban separados por una elegante "y", una foto de ambos en la playa riéndo de cosas sin sentido, un lápiz de tinta que tenía una cinta rosa enroscada alrededor, como queriendo aferrarse aún a su vida... pero sobretodo, lo que más le hacía crecer la angustia por dentro fue una foto de ambos en el Salón del Automóvil en la capital; ambos miraban a la cámara sonrientes y detrás un deportivo Bmw con luces y reflejos brillantes e irónicos, la cuál se encontraba pegada con cinta en la pared, nada más casual y media oblicua. No pudo reprimir dos lagrimones enormes y contundentes que resbalaron ansiosos hasta sus zapatillas deportivas. No podía creer que el sueño de su vida le había arrebatado la vida a la mujer que le había dado tanto, a la persona que alegraba su alma en medio de tanta tristeza y desesperación... a la única mujer que había amado en toda su vida.
Todo fue rápido. La velocidad. El auto. Los gritos de Emily... el impacto. El cinturón de seguridad siempre fue para ella algo absurdo... quizá ya nunca más lo será también para él...
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