martes, 15 de marzo de 2011

Llueve mi Corazón


Aún siento el cálido beso que dejaste enamorado de tus labios. Unos labios ávido de amor y sencillez. Nuestro amor es sencillo, casi pobre: sólo basta la unión de nuestros corazones para que funcione con aquel haz de energía ciberatómica y electronáutica que jamás nadie tendrá más que solo nosotros; dos seres que se encuentran en el mundo con el complemento ideal. Y a la vez la sincronía de ambos elementos nos hace únicos e irrepetibles; somo la vida.
Te amo, y mientras más lo repito más siento que te necesito, ahora que te marchaste y mi corazón se quedó contigo... esperando encontrar a la dueña para así volver a ser feliz; se enfría de pensar que se encuentra solo, sin el calor de tu cuerpo muelle y cálido...
Mi alma llueve, pero a pesar de todo mi mente es estática, como un sol ingrávido, tratando de hacer que mi cuerpo funcione como si nada ocurriera y el pasar del tiempo fuera sólo como brisa copiosa que perturba mi lento caminar a través de los minutos, minutos que dejan mi corazón cada vez mas lejos del tuyo.
Ahora que no te tengo llueve. Llueve mi corazón.

sábado, 5 de marzo de 2011

Prohibido Recordar


Estas son las ocasiones en que mis neuronas producen una sinapsis tardía y llena de profundas trancas. Cómo no recordar... es imposible no hacerlo. Pero a la vez es imposible olvidar.

La cantidad de cosas guarecidas en mi corazón se acurrucan guardándole respeto a mi mente, cobijándose como queriendo cinicamente decirle a mi alma que ya no existen, venciendo siempre mi miedo a los demás. Ese miedo intranquilo que a su vez no posee puntos aparte, por lo que no me deja respirar.

No puedo no ocultar lo que escribo, siendo mi lengua versátil como serpiente, mis palabras escritas se desvanecen como agua entre mis dedos delgados e inútiles con la palabra. Desearía expresarle a mi silencio que es una tortura, pero a la vez no imagino una vida sin secretos. Quizás sólo basta seguir aguantando para siempre esta tortura de lamentos insólita, que me desgarra el corazón en pedazos. Siempre el mismo miedo absurdo a hablar. Si bien la palabra es sabia la mía aún no ha encontrado aquel silabario mágico que le enseñe a vivir. Me quedo corta con frases inconexas; me desgarro al hilo de las voces ajenas; se disipan mis tediosos días en la tierra al caminar sola en este sendero de llagas... Tengo miedo.

Tengo miedo...