domingo, 13 de noviembre de 2011

Dos Almas


Y de las sombras surgen dos almas que se miran. Se observan y se tocan. Apogeo de sensaciones y curiosidad en la mirada.

Se sonríen.
Ríen a carcajadas.

Sentía un alma el cosquilleo incesante en su ilusión. La sonrisa se acentuaba.
La otra alma reía con ella. Esta era de color blanco.

Encima del cielo hacía correr el lecho de un río caudaloso, que bañaba con sus aguas los cabellos del alma blanca. La otra alma es negra, pero buena. El color negro es bueno, pues es la noche la que nos ayuda a dormir entre medio de primaveras que bailan silenciosas.

Corre una brisa y las almas tiritan de frío; pero no les afecta, pues se abrazan.
Las estrellas se caen sobre ellas, asechando con ella la oscuridad inminente. Cierran sus ojos con las manitos entrelazadas, sobrecogidos por su deseo de vivir.

El alma negra viste al alma blanca con una seda que caía desde las estrellas; la cubre del frío de la noche y ambas se miran. Hay brillo en sus ojitos mojados de emoción. El alma blanca le susurra canciones que en antaño solían dormir a las bestias. Ahora ellas están juntas y acurrucadas viendo como las estrellas titilan en el silencio.

El alma blanca besa al alma negra.

Y mañana saldrá el sol en lo alto, vigilante que acompaña a dos almas que caminan juntas de la mano.




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