Aún siento el cálido beso que dejaste enamorado de tus labios. Unos labios ávido de amor y sencillez. Nuestro amor es sencillo, casi pobre: sólo basta la unión de nuestros corazones para que funcione con aquel haz de energía ciberatómica y electronáutica que jamás nadie tendrá más que solo nosotros; dos seres que se encuentran en el mundo con el complemento ideal. Y a la vez la sincronía de ambos elementos nos hace únicos e irrepetibles; somo la vida.
Te amo, y mientras más lo repito más siento que te necesito, ahora que te marchaste y mi corazón se quedó contigo... esperando encontrar a la dueña para así volver a ser feliz; se enfría de pensar que se encuentra solo, sin el calor de tu cuerpo muelle y cálido...
Mi alma llueve, pero a pesar de todo mi mente es estática, como un sol ingrávido, tratando de hacer que mi cuerpo funcione como si nada ocurriera y el pasar del tiempo fuera sólo como brisa copiosa que perturba mi lento caminar a través de los minutos, minutos que dejan mi corazón cada vez mas lejos del tuyo.
Ahora que no te tengo llueve. Llueve mi corazón.
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